Aviso: Como el post iba a ser largo de cojones, y no quiero que la gente se canse de tanta tontería que digo, lo parto en dos, más asequible. No es por vagancia, en serio, es para no repetir la burrada de La Guía del Autoestopista Galáctico…
Situémonos. Corre 1998, y la editorial Planeta-DeAgostini decide publicar una línea de cómics de origen patrio llamada Laberinto. En el Salón del Cómic del año anterior (y hablamos de cuando era un Salón, no un supermercado del cómic con moqueta) dieron un cuadernillo de lo que estaba por venir.
Maravilla. Pura maravilla.
Todo lo publicado, desde el inicio hasta que decidieron cerrar el sello era de calidad. Podremos debatir si en algunos casos pesaba más el nombre de los autores que el cómic en sí, pero eso ahora no toca.
En la primera tanda, una de las colecciones que despuntó fue Crónicas de Mesene, y ya con el título cualquier aficionado a las dragonadas sabe de qué pie cojea. Y no nos engañemos, es lo que es. La primera serie limitada era la versión dibujada de cualquier módulo de D&D que se precie.
Claro que, según me contó (síiiii amigos, el mismo Roke González me lo contó cuando regentaba la tienda Vértice) eran los PJ de una campaña, en la que eran protagonistas de las mayores hazañas (incluso provocaron el hundimiento de una isla), pero siempre sin testigos.
¿Los protagonistas? Baran, un arquero de aspecto zorruno (véase, rogue) y Ragnar, un vikingazo del copón (¿alguien dice fighter?). Lo interesante del caso es que la idea era que fuesen los avatares de ciertos dioses para convertir la serie en lo más épico posible. Pero tras pasar por tres editoriales, de momento la cosa está en un cliff-hanger de tres pares de narices (no diré nada, por aquello de estropear la sorpresa). Si no podéis conseguirlos, confío en que sois lo suficientemente ingenios@s para encontrarlo.
Por el momento, lo publicado hasta la fecha es:
Crónicas de Mesene
Guión: Roke González
Dibujos: Mateo Guerrero
Tinta: Aure Jiménez
Portada:
Mateo Guerrero (Lápiz), Aure Jiménez (Tinta), A&J Torres (Color)
Nuestros protagonistas llegan a Saral, capital de la Marca de Poniente buscando fortuna, porque en su último empleo se había saldado con la muerte de su patrón. ¿Y qué hay que hacer para obtener una fuente de ingresos?
Sí, ahogar penas en una taberna. Y, ya puestos, tirarle los trastos a la tabernera. Erika (la tabernera) les sugiriere a estos que participen en en el próximo torneo que iba a celebrar el Marqués Odón en honor a una embajada enviada por su esposa, la Reina de los Elfos Oscuros, la célebre Onice.
Pero el embajador de Onice, el mago Morgalad, no siente ninguna simpatía hacia Odón, su hija Rowena o hacia su misma reina. Como muchos elfos oscuros, Morgalad desea destruir a los humanos de Mesene y tiene un plan (¿cómo no?) para castigar a Odón, un viejo héroe humano que había osado mancillar a una mujer elfa y que hasta había tenido una hija con ella que podría llegar a convertirse con el tiempo en reina de Averno. ¡Un reino élfico regido por una mestiza! Morgalad encontraba aquello intolerable, pero en el torneo de Odón podía encontrar las herramientas que necesitaba para la consecución de su plan, así que empezó a buscar un par de idio… héroes, quise decir héroes para una misión que tenía en mente.
Ragnar gana la competición de lucha, como buen norteño brutote. Cuando Baran se disponía a dar la campanada en la competición de arco, aparece una misteriosa encapuchada que le puso las cosas difíciles. Por sus bronceados miembros, su gracia de movimientos y su fino arco, la enmascarada parecía ser una representante del pueblo de los elfos (¿vamos adivinando quién es?) y en la prueba de precisión se hacía difícil que Baran pudiese ganarla con su tosco arco de combate. Pero el arquero es un joven astuto y engaña a su contrincante para que se intercambiaran las armas (algo muy propio de un buen rogue, a ver si resulta que el arte lo tiene el arco y no el arquero). El resultado fue que Baran ganó la última prueba, humillando así a la muchacha que decide convertirse en la sombra del aventurero (por aquello de que un humano mejor que ella en el arco le pone como una… le puede enseñar algo útil).
Después del torneo, Morgalad recluta a los dos ganadores para que se internen en el Bosque del Trueno en busca de la Torre del Dragón. Una fortaleza erigida por los elfos mil años atrás para señalar el lugar de la victoria de Brendan de Is sobre el dragón Ariador. Se dice que en la torre, protegida por mil peligros y un terrible guardián, se oculta la gema el Corazón del Dragón, suma de las esencias de Brendan y Ariador y fuente del más terrible poder (lo más normal y común en una aventura dungeonera, vamos). Ragnar y Baran aceptan la misión, pero antes de partir, Erika les advierte contra las intenciones de Morgalad y les da un talismán de protección (chica lista, y buena gente además, ¿pero de dónde sacó ese talismán?).
Lo que sigue a rasgos generales os lo imagináis, del punto A al punto B a guantazos por el camino. Vamos, que cuando la banda consigue el botín, el guardián de la torre se dispone a intervenir. Éste no es otro que Fafnir, el hijo de Ariador, uno de los grandes dragones de la tierra. Pero antes de que pudiera intervenir, Fafnir recibe una inesperada visita. Su hermana Erika (sí, la tabernera macizona), la segunda hija de Ariador, había venido a interceder por el gallardo guerrero humano que le había robado el corazón (si es que se veía venir que esa tabernera era una lagarta [chiste fácil, lo siento]).
Se dice que un dragón puede sacrificar tres de sus vidas por un humano, pero cuando lo hace, pierde su derecho a la inmortalidad y sus poderes dragoniles (y ojo, que Erika ya gasta una). En recuerdo a su madre humana, Fafnir accedió a esperar y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Después de todo, ni Ragnar, ni Baran, ni Rowena eran los instigadores del plan para robar la gema.
Luego, del punto B al punto A a guantazos por el camino. Baran que se enamora de la princesita semielfa, envite de los malos malosos, y Ragnar que se curra un «Chúpate-esa-Leónidas» en el Puente de Larcea. Mientras, Baran se dispone a enfrentarse con Morgalad y con las dos guardaespaldas de éste. Nira el Cuchillo y Adaris, Espada del Mar (y ojito con ésta última).
Morgalad, con el culo al aire y la gema en Saral, se quita la máscara y ataca directamente a Odón. Tras barrer a Baran de su paso como aquel que quita de en medio a una mosca, Morgalad entra en la Sala de Audiencias de su anfitrión y se dispone a destruir la ciudad (villano de opereta, te lo digo).
Mientras, en el puente del Larcea, Ragnar, agotado y sangrando por múltiples heridas, está a punto de caer cuando un enorme dragón se materializa sobre él y barre a buena parte de sus oponentes con una terrible llamarada. Y es que el atractivo del vikingazo puede con la dragoncita Erika, y como su hermanito Fafnir no le puede negar nada…
En Saral, Morgalad se afostia nuevamente con Baran. El amuleto que Erika les había dado a los aventureros al principio de su aventura había protegido al arquero contra la energía mística de su oponente y éste tenía que perder unos cruciales minutos más en deshacerse del entrometido. Baran intenta solventar el encuentro por la vía directa, arrojando su espada. Pero Nira intercepta el disparo con una de sus dagas. Entonces Morgalad, muy cariñoso él, se dispone a romperle el cuello a su oponente, pero éste tiene un último as en la manga (que es un rogue, os lo he dicho). La espada que había lanzado era mágica y volvía a su propietario. O así lo hubiera hecho si Morgalad no hubiera estado en medio…
Malherido, el elfo oscuro se arrastra hacia el Corazón del Dragón sólo para descubrir que la energía de la gema es demasiado potente como para que pudiera controlarla. Morgalad la palma churruscado en una salvaje llama mística en el momento en el que hacía acto de presencia el último actor en el drama…El dragón Fafnir que había venido a recoger su herencia (trae p’acá la joya de la maaaama)…
Fin del paseo. Ragnar se dirige herido hacia la ciudad que acababa de ayudar a salvar (todo varonil él) y Baran y Rowena hacen frente a un irritado Odón que exige explicaciones (vamos, lo normal). Tras acabar con éstas, Baran le pregunta a la joven si la volvería a ver. Rowena le expone unas buenas razones por las que lo suyo jamás podría llegar a funcionar (verás, seamos amigos…), pero Baran le propone cambiar. Rowena sonríe y le deja entrever que si así es, su incipiente romance podía llegar a buen puerto y con esta nota de esperanza termina la primera crónica de Mesene.
Y ya sabemos que eso de una princesa heredera, un arquero pícaro, un norteño aguerrido y una tabernera con un secreto de semejante calibre no tiene visos de acabar bien.
De hecho, la saga pasó de Planeta a Dude Comics, dónde se publicó el grueso de la obra. Y la continuación, en mi opinión es de lo mejorcito, hasta que publicó Erika, pero no adelantemos acontecimientos.
Crónicas de Mesene: Cantares
Guión: Roke González
Lápiz: Mateo Guerrero
Tinta: Aure Jiménez
Portada:
Mateo Guerrero (Lápiz), Aure Jiménez (Tinta), Estudio Din&mita (Color)
Aquí la historia se divide en dos tramas, y se presenta a Teo, otra tabernera y amiga de la infancia de Baran.
Han pasado varios meses después de los hechos de Crónicas de Mesene. En la capital de la provincia, la Reina Onice de Averno ha venido a visitar a su hija Rowena. La llegada de la Reina de los Elfos Oscuros interrumpe de golpe el romance entre ésta y Baran, el cual decide abandonar por un tiempo la ciudad para intentar olvidar el desengaño que acaba de sufrir (tío, que no siempre va a ser lo de Beren y Luthien, o lo de Aragorn y Arwen).
Ragnar recuerda entonces la primera vez que perdió a una persona importante para él. Años atrás, en el lejano norte, la muchacha a la que amó fue acusada de brujería por un noble que había sido desdeñado por la misma (nobles, *sigh*). Como resultado de ello, la joven fue quemada en la hoguera y Ragnar, preso de una rabia incontenible, se internó en unas ciénagas prohibidas próximas a la aldea, donde se decía que se ocultaban grandes armas en un tenebroso túmulo.
El joven fue recibido por la espectral figura de un jinete armado con una gran hacha rúnica. Éste se presentó como Niord, un dios de tiempos remotos que nada significaba para Ragnar.
Dándose cuenta de lo poco que significaban sus hazañas para el joven nórdico y percibiendo la grandeza en el interior de éste, Niord optó por dejarle vivir y se ofreció a apadrinarle, ofreciéndole la poderosa hacha Niordwing para que pudiera proseguir con sus gestas.
Con el arma, Ragnar se dejó arrastrar por vez primera por la roja ira berseker que siempre había anidado en su interior y exterminó a todos los ocupantes de la gran mansión del noble. Pero como suele pasar, la venganza a veces no basta para acallar los recuerdos, y aquella sangrienta noche marcó el inicio de sus andanzas por las tierras del sur.
Tras volver al presente, Ragnar y Erika se dirigen a la ciudad que habían abandonado para que la joven se diese un baño a orillas del mar. De camino, Ragnar comienza a preguntar a Erika acerca de ciertas peculiaridades de su comportamiento que habían comenzado a extrañarle. Erika se resistía a revelarle la razón de las mismas (¿sabes lo que les pasa a las mujeres cada mes? Una fiesta de colegialas en comparación, cariñín), pero he aquí que un visitante inesperado hace acto de presencia en Saral.
Niord había venido del norte con un ejército de muertos vivientes a reclamar su hacha. El Dios que había ganado su posición gracias al exterminio de un gran dragón, no podía permitir que su apóstol fuese amante de una dragón de la casta de Ariador.
Ragnar reacciona como un hombre enamorado ante las amenazas de Niord y emprendie el combate contra su horda de muertos vivientes. Pero eso no evita que el Dios Olvidado le desvele la verdadera naturaleza de Erika y le arrebatase su hacha.
Medio enloquecido, Ragnar se libra de los cadáveres que le apresan y se dispone a enfrentarse a Niord con las manos desnudas (¡TORERO!). Éste, impresionado por el arrojo del joven, pospone su duelo y le conmina a volver al Norte y librar allí su combate definitivo. Ragnar accede y emprende el viaje tras despedirse del amor de su vida (con dos cojones, oiga).
Mientras, en el sur, Baran llega a la ciudad de Karia, su ciudad natal, el escenario de sus primeras aventuras. Allí, desde que era niño, Baran se había estado colando en las viejas mansiones en ruinas en busca de fabulosos tesoros que nunca acababan de aparecer. Con él iba siempre un niño más pequeño, de cabello castaño y ojos verdes que se llamaba Teo y con el cual se atrevió hasta de enfrentarse al misterioso pescador Rolfson, un tipo que vivía siempre cerca de los ríos y que se decía que guardaba grandes secretos en su viejo molino en Karia.
Cinco años habían pasado y en ese tiempo se había hecho evidente que Teo tenía un secreto. Cuando se separaron, Teo acababa de cumplir los doce años y había llegado a esa edad en la que las mujeres comienzan a crecer rápidamente y mostrar su condición. Cinco años más tarde, la joven era una alta y vivaracha posadera, dotada de una fuerza excepcional y unas formas esculturales que se alegró genuinamente de ver volver a su amigo de la infancia (y él, tras la sorpresa inicial, también, y mucho :P).
Una de las razones para tal alegría era que Teo tenía problemas. El enano Drago y un grupo de siniestros asesinos la estaba presionando para que pagase una tarifa de «protección». Teo se negaba, la posada que había heredado de sus padres se había convertido en su vida durante los últimos años y no pensaba dejar que unas sanguijuelas le arrebatasen aquello por lo que tan duramente había luchado.
Naturalmente, Baran que llevaba cerca de un mes intentando olvidar a Rowena, se ofrece de inmediato para proteger a su amiga de la infancia.
Mientras, Ragnar había llegado por fin al lejano norte. Viajando por mar, el nórdico había recorrido una distancia mucho mayor que su compañero sólo para encontrarse que las cosas habían cambiado en la vieja aldea. Volver al hogar no suele ser fácil, la verdad
El hijo del noble al que había matado seis años atrás se había convertido en un poderoso mago. Bjorn (que es un malo de los de verdad) había estudiado en la misteriosa corte del Rey Eocar (al tanto con el nombre) y había vuelto con un poder sin igual en aquellas tierra, un poder que le permitía levantar fortalezas de la nada en una sola noche, dar órdenes a los Gigantes y controlar al mismísimo Niord. Un dios menor, tal vez, pero dios al fin y al cabo.
Apenas ve la fortaleza de Bjorn, Ragnar percibe que éste iba a ser su verdadero enemigo en sus tierras natales. Pero antes del inminente enfrentamiento, Ragnar visita a su familia. A su padre Thorvald, a su madre Asa, a su realista y serio hermano Lars y a su famoso tío Aakon.
El Clan Sigurdson había crecido en número y poderío en los pasados años. Pero aún y así, ni siquiera el prestigio de Aakon y la creciente fortuna de Thorvald y Lars convertidos ahora en prósperos granjeros, podrían hacer frente al poder de Bjorn y Niord conjuntados.
Aakon, capitán de vikingos y siempre muy atento a los relatos de los bardos del norte, le propone a Ragnar una hazaña con la que inspirar a los guerreros libres de los fiordos a desafiar la amenaza tiránica de Bjorn.
Para ello, Ragnar tendría que evitar a los dos gigantes que cerraban el paso a la ciudad de los Enanos y forjar una alianza con el Rey de Debajo de la Montaña.
Ragnar y Lars atraviesan un peligroso glaciar y el joven pelirrojo se lanza por una cascada al límpido lago que se extendía ante las puertas del Reino de los Enanos, así, a pecho descubierto el muy cafre. Más muerto que vivo, el guerrero llega ante el Rey Enano y ante éste presenta una petición. A cambio de un hacha capaz de destruir al Dios Olvidado, Ragnar se ofrece como paladín y campeón de los enanos a cumplir siete tareas que estos le encomendasen (y ya sabemos que esta gente no olvida ni perdona, tiempo tendrá de arrepentirse).
El Rey Enano acepta y la primera misión de Ragnar es abatir a los gigantes que encerraban a los Hijos de la Tierra en su valle (llámale idiota). Ragnar desafía a los gigantes a un duelo de acertijos y aprovechando la perplejidad de estos, el guerrero abate a los colosos. Sólo quedaba presentarse ante la asamblea de los nórdicos y desafiar a Bjorn y sus secuaces.
Mientras, en el sur, Drago el Enano Mezquino, ataca la posada de Teo. Su asalto se salda con la muerte de los dos hombres, pero el Enano había conseguido incendiar la despensa de la posada y el género destruido representaba prácticamente todo aquello que Teo tenía en el mundo (hale, ya tienes un motivo para ir de aventuras por ahí). Baran y los dos ayudantes de Teo convencen a la joven para que intentase seguir adelante con su negocio, pero Drago no pensaba dejar así las cosas. Reuniendo al resto de sus fuerzas, el enano atrae a Baran y a Teo a una casa que había minado previamente con el polvo secreto de los enanos. La casa explota y los bandidos asaltan a placer la posada, asesinando al viejo que trabajaba de mozo de cuadras y a la camarera.
Pero Teo y Baran no han muerto. De vuelta a la Posada de la Corona, se encuentran con el horrible espectáculo y que Laris, el arquero de los bandidos, les espera para intentar encerrarlos allí y condenarlos a una muerte segura entre las llamas. Lo que no contaba Laris es que Baran, con un arma de proyectiles en las manos, puede alcanzar cualquier blanco que estuviese dentro de su alcance.
Herido, Laris va en busca de ayuda de Drago y sus cómplices, pero el rastro de sangre que deja era fácil de seguir y Teo y Baran llegan al cubil donde dan rápida cuenta de los ocupantes de aquel antro de asesinos.
Ya nada retiene a Teo en Karia. Su posada había sido destruida, sus amigos muertos y su familia llevaba largo tiempo enterrada. La joven estaba desorientada cuando Baran vino a verla y la ofreció otra opción. Invita a la joven a acompañarlo, a descubrir las maravillas de un mundo más amplio que se extendía más allá de los muros de Karia (¿te lo dije o no?). Teo acepta.
Baran no sólo gana una nueva compañera, sino también a alguien que iba a ser muy importante en su vida (y que acabará dándose cuenta, como siempre, tarde y mal).
En el norte, Ragnar se presenta ante el Consejo y su historia pasma a sus compatriotas. Un ejército se reune rápidamente y se dispone a luchar contra Bjorn y sus huestes.
Éste convoca a un ejército de muertos vivientes con Niord a la cabeza y sorprende a la flota de los hombres del norte en mitad del fiordo (hale, emboscada al canto). Entablada la batalla, Ragnar comienza a buscar rápidamente a Niord deseoso de medir su nueva hacha contra el arma del dios. Ragnar, un joven campeón lleno de vida luchaba por sus seres queridos, por la libertad de su pueblo y por su derecho a ganarse un lugar en el mundo. Niord luchaba por una gloria pasada que se había transformado en la más abyecta esclavitud a manos de un mago ambicioso. Y el Dios Olvidado era consciente de ello. Aquella iba a ser su última batalla, su última posibilidad de morir con gloria y por ello, dejó que el hacha de Ragnar abriese paso a una nueva leyenda (de campeón de un dios a matadioses, supéralo).
Con Niord muerto, los vikingos se rehacen y poco a poco las fuerzas de Bjorn retroceden ante su empuje. Pero todavía queda enfrentarse con el mago. Éste intenta escapar a la furia de Ragnar (por la buenas, claro), pero al verse finalmente acorralado, abate al joven campeón con sus artes mágicas.
Los Hombres del Norte habían ganado el mayor de sus triunfos pero habían pagado un alto precio. Ragnar fue depositado en un navío de guerra y se le dispensó el funeral de un Rey.
Pero su leyenda no había terminado todavía.
Erika había acudido a la llamada de su amor y tras rescatar el cuerpo de su hombre, la joven dragón ofrece la segunda de sus vidas (queda una) a cambio de la curación de éste.
Un desconcertado Ragnar emprende así su viaje al sur, de vuelta a Saral donde Baran y Teo escuchan de labios de Erika el relato de sus hazañas.
En la siguiente aventura cambia todo, menos el guionista y la editorial. Cambian los protagonistas, la localización, y los dibujantes.
Vaya por delante que es la que menos me gusta de las publicadas, supongo que debido a los cambios que tuvieron que sufrir. Hay huecos gordos en la historia, como si faltasen páginas para redondear la narración. La veo precipitada. Puede que fue para asegurarse que se publicaba toda, y quizá por eso se omiten partes, no sé, la cosa es que empieza el Periplo.
“Yo quiero contar todo sobre aquella época de suma aventura.”
El Hechicero (Mako)
Conan el Bárbaro